La soja texturizada ha ganado mucho en popularidad y podríamos decir que está de moda, sobre todo entre los veganos, vegetarianos o quienes buscan reducir el consumo de carne. En la actualidad se puede encontrar en los lineales de casi todos los grandes supermercados, señal de que su demanda es fuerte y que cada vez hay más gente que la consume.
La soya texturizada se obtiene de la soya, o mejor dicho, de la harina de la soya. También conocida como carne de soja o proteína vegetal texturizada, la soya texturizada no contiene aditivos químicos, ni colorantes y es 100% natural. El proceso de obtención comienza con la extracción del aceite de las habas de soja que, refinado, se convierte en aceite de soya. El residuo sólido que queda después de desgrasar las habas se deshidrata para hacer la harina. Esta se somete a un proceso de extrusión, es decir, una serie de procesos, alta temperatura, presión, texturización y deshidratación, que dan como resultado un producto que bien pudiera parecer migas, cortezas o trozos de pan seco.
La soya texturizada es un producto de bajo contenido en grasas saturadas y sal, libre de azúcares, gran fuente de fibra y muy rico en proteínas y carbohidratos de calidad. Los valores nutricionales por 100 gramos de soja texturizada son 364 kcal, 4 g de grasas, de las cuales 0,6 g son saturadas, 30 g de carbohidratos, 4 g de fibra, 50 g de proteína y 0,04 g de sal.
La soya texturizada contiene una cantidad apreciable de isoflavonas con función antioxidante en el organismo. Aunque se utilice como sustituto de carne, conviene recordar que es una legumbre y como tal debe ser considerada desde el punto de vista nutricional (no como sustituto de la carne).
El sabor y olor es prácticamente neutro, así que necesita de una buena condimentación para que resulte sabrosa. Lo habitual para consumir la soya texturizada es hidratarla en un líquido. Hidratarla antes de la cocción es sencillo y rápido. Solo tenemos que colocar la soya en un recipiente hondo y cubrir con el doble de agua en volumen (como cuando hacemos arroz). En 15 minutos está lista para ser usada. Si utilizamos agua caliente aceleramos el proceso y ahorramos tiempo. Si nos pasamos del tiempo de hidratación, no pasa nada.
Por otro lado, una buena alternativa al agua es hidratar la soya en caldo para que esta tome su sabor y requiera de menos condimentación. La soya absorbe el líquido y aumenta tres veces su tamaño. Si nos pasamos con la cantidad de soja hidratada, la podemos guardar en la nevera, en un recipiente herméticamente cerrado, durante tres o cuatro días.
Una vez hidratada, se pasa a un colador y se deja escurrir ligeramente para que suelte el exceso de líquido. Podemos presionar con suavidad. Después se saltea con un poco de aceite de oliva virgen extra, especias, hierbas, salsa de soja u otros condimentos potenciadores del sabor.
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WILFRIDO BARAJAS
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